viernes, 25 de enero de 2013

LA IMPORTANCIA DE LEER EN CASA. Antonio Ventura.



La Importancia De Leer En Casa
Antonio Ventura





Cuadernos del Observatorio de la lectura, nº 1, Junta de Andalucía.

Son cinco los capítulos que integran este libro: La necesidad de la ficción; Las palabras y las imágenes; El valor de la ficción literaria; El gusto por las palabras y el amor a los libros; Los momentos de la lectura; Clases de Libros. La obra, que presenta ilustraciones de diversos autores, termina con una bibliografía recomendada y algunos enlaces a páginas web relacionadas con la Literatura Infantil.



-A continuación transcribí lo que me es más significativo-


Consideración inicial

Aprender a leer es un procedimiento que se enseña en la escuela.

El gusto por la palabra y el amor a los libros se descubren en casa, en el ámbito de la familia, si bien la escuela ocupa un lugar de privilegio en esta conquista.

Cuando una maestra de educación infantil está contando un cuento a sus alumnos, no sólo está relatando una historia divertida o triste, está enseñando conceptos que tienen que ver con la lengua, procedimientos que atañen al proceso de comprensión y unos valores determinados contenidos en el libro.

Cuando una abuela, o una madre, o un padre cuentan un cuento a sus nietos, o a sus hijos, están realizando un acto de amor. Un acto de amor hacia el pequeño, pues le están descubriendo el universo de la ficción literaria. Están construyendo un hermoso vínculo con el niño o la niña, y le están capacitando sin saberlo y sin pretenderlo, para que se haga una persona competente en el ámbito de la lectura. Están despertando en él la imaginación, la capacidad de escucha y la de espera, el gusto por las palabras y el amor a los libros...





La necesidad de la ficción

De la necesidad de escuchar y de contar historias han nacido los mitos, las leyendas, los sucedidos populares y los cuentos maravillosos. Durante años, los oídos expectantes de los que escuchaban se dejaban seducir por la narración del abuelo, del brujo o del hechicero; siempre el más sabio, el anciano, un hombre analfabeto, pero no ignorante.

Luego llegaron los libros, aunque no para todos, sólo para los poderosos, mientras que la gente común y corriente, el pueblo llano, seguía alimentando su imaginación con historias contadas y oídas.

La escolarización progresiva de la población supuso que casi todo el mundo aprendiera a leer.

Al tiempo que esto sucedía, la radio se convirtió en un medio de comunicación y de información de masas.

Pocos años más tarde apareció la televisión.

Hasta la difusión mayoritaria de este electrodoméstico, el vehículo de comunicación entre las personas era sólo la palabra. Las imágenes las ponía el que escuchaba. Las imágenes eran diferentes para cada
niño.

Hoy en día, la mayoría de los pequeños al escuchar, por ejemplo, la historia de la Sirenita, "imaginan" las mismas imágenes, las de la película de Walt Disney.






Las palabras y las imágenes

Desde la divulgación masiva de la televisión son las imágenes, frente a las palabras, el vehículo fundamental de información y y comunicación...

Pero el desarrollo ha ido produciendo otras pantallas que rodean a los pequeños desde que llegan al mundo: el ordenador, la videoconsola, el móvil. Y esa presencia masiva de pantallas ha supuesto que, en muchas ocasiones, los pequeños pasen de chupete al mando a distancia del televisor y luego al ratón del ordenador, al tiempo que los cuentos escuchados o impresos han pasado a ocupar un lugar secundario en su cotidianeidad. La voz del anciano que contaba las tradiciones de la comunidad han sido sustituida por la voz del locutor del programa de moda.

De ahí que sea tan importante recuperar la palabra, la palabra que cuenta cuentos, historias, aventuras, peripecias que desarrollan la fantasía y la imaginación de los niños. Cuentos maravillosos y de tradición oral, o inventados para los pequeños utilizando como fuente de argumento la propia infancia de ustedes, madres y padres. Esas historias serán el pórtico de los libros impresos y de los álbumes ilustrados.





El valor de la ficción literaria

Si ustedes reflexionan observarán que dedicamos mucho tiempo, cuando hablamos con los demás, a contar lo que nos ha sucedido, lo que pensamos hacer, las preocupaciones que tenemos. Todo ello no deja de ser una manera modesta y cotidiana de hacer ficción. No queremos decir que esas palabras sean mentira, son el relato que ustedes hacen de sus días.

Pero ese relato, contado o escuchado, no nos es suficiente. Necesitamos soñar otros mundos en los que no ser lo que la vida nos ha deparado. Por ello cuando vemos una película o leemos una novela nos identificamos con un rey, una princesa, un investigador privado, una exploradora. En definitiva, escapamos de nuestras obligaciones cotidianas para vivir otros mundos que nos son ajenos, pero que, al menos mientras dura la visión de la película o la lectura de la novela, hacen que nos olvidemos de nuestras ocupaciones y preocupaciones.

Hasta hace un tiempo, esa evasión la realizábamos a través de la palabra: los cuentos que escuchábamos o leíamos, o las radionovelas.

Hoy en día, nuestros pequeños sacian su necesidad de aventura a través de las imágenes que les llegan de cualquiera de las múltiples pantallas que les rodean. Pero la calidad y la calidez humanas que esas imágenes tienen no pueden compararse con las de las palabras de un cuento maravilloso leído en un libro o escuchado de la voz de la madre. La literatura, la ficción literaria plantea interrogantes al lector. Unos interrogantes que, en el caso de los niños, deben ser respondidos por los padres, cuando ellos lo requieran, no cuando lo decida la programación de la televisión.





El gusto por las palabras y el amor a los libros

Es frecuente escuchar, ante la pregunta de si nos ha gustado una película basada en una novela que ya habíamos leído, la respuesta: -sí, pero me gustó más la novela".

Eso es así en general, porque a la historia leída o escuchada somos nosotros quienes le ponemos imágenes y voces; las nuestras, las que nosotros imaginamos. Construimos los personajes con los de nuestra experiencia y nuestra imaginación.

Aquella primera relación con las palabras supuso una emoción que las imágenes de la película no ha igualado...

Es nuestra obligación como adultos, que no sólo sean esas pantallas las que les cuenten historias. Nunca ninguna imagen podrá sustituir el valor que sus palabras ejercerán sobre ellos. 





Una madre, una abuela, con su hijo o su nieto en el regazo, contándole un cuento, es la imagen exacta de la transmisión de la palabra y del amor.

Si esa experiencia no sucede ni antes ni después de que el niño ingrese en la escuela, será muy difícil que ese niño o esa niña cuando crezcan sean lectores y les gusten los libros.

Hay que tener en cuenta que la mayoría de los libros que el niño utiliza en la escuela son libros para aprender cosas, y por muy divertidos que sean aparecen como una obligación, no como un placer.

Antes que suceda esta experiencia, es necesario que los cuentos, primero narrados, aquellos que no necesitan de ese objeto que se llama libro, y luego los impresos, sobre todo los grandes álbumes ilustrados, aparezcan en su vida como lugares de placer. Compartidos con los adultos, leídos una y otra vez, aprendidos de memoria antes de que sepan leer; experiencia que todas y todos ustedes habrán tenido, y que es necesario realizar con su pequeño antes de que haya ido a la escuela.

Esas experiencias, profundamente gratificantes en la infancia, germinarán en ellos, convirtiéndoles en ciudadanos maduros, amantes de los libros y del gusto por la palabra.




Los momentos de la lectura

Cualquier momento del día es bueno para propiciar ese momento de encuentro entre un  niño, un adulto y un cuento oral o un libro, aunque el momento privilegiado para contarle un cuento es cuando se va a la cama y utiliza cualquier pretexto para prolongar su permanencia junto a los adultos.

Ese momento es tan importante por permanecer un rato más con el adulto, entonces la niña o el niño demandan un cuento que ya se saben de memoria, ya se trate de un cuento narrado o leído en un libro. También si nos equivocamos en una palabra el pequeño nos corregirá, y nos indicará que no es así, que no es como lo acabamos de nombrar, sino como lo contamos o lo leímos tantas veces en otras ocasiones.

Igualmente, debemos procurar que a lo largo del día, a lo largo de la semana haya situaciones en las que el libro aparezca. Ya sea un libro impreso o un cuento narrado. Procuremos que la televisión no sea la banda sonora de nuestra vida. Apaguémosla de vez en cuando para procurar un silencio que reclamará nuestra palabra. Una palabra para conversar, para escuchar, para contar.




Los pequeños son especialmente sensibles a la entonación de la voz humana cuando esta narra un cuento, y no sólo los niños, también los adultos prestamos atención especial, aunque no nos demos cuenta cuando alguien dice: "pues sucedió que la otra tarde...", o "había una vez...".






Clases de libros

No todos los niños son iguales; lo mismo sucede con los libros.

En este libro recomiendan libros para contemplar sus imágenes, para leer los textos que contienen y disfrutar con ambos elementos.

Han establecido una mínima clasificación para facilitar su acceso.Son recomendaciones pues cada lector se hace a su manera, pero siempre debe haber una mano tendida que le ayude a recorrer ese itinerario...






En cuanto a la BIBLIOGRAFÍA y a MÁS INFORMACIÓN podrán acceder a ella a través de
los siguientes links





El libro puede descargarse en formato PDF en



o leerse en ISSUU   







Si buscan en el formato PDF o en ISUU podrán leer con claridad  A QUÉ TEXTO CORRESPONDEN LAS ILUSTRACIONES


"Espero que lo disfruten y agradezco enormemente a todos aquellos que hicieron posible este escrito"

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