MEDIO AMBIENTE y Literatura Infantil
“La defensa del medio
ambiente comenzó a imponerse a la atención en la segunda mitad del siglo XX,
después de la explosión de la primera bomba atómica en Hiroshima, y más aún
después del accidente de la central atómica de Chernobyl. Pero el peligro nuclear
no es sino un aspecto de una cuestión mucho más vasta. Hay muchos otros
riesgos, más solapados, que amenazan el planeta. Y, sin embargo, las obras de
ficción para niños no aluden a ellos. ¿Por qué? ¿Hay temor de una literatura
comprometida? Sin embargo, no hablar es también una forma de compromiso por la
negativa, ya que se trata de peligros que nos amenazan a todos, y, en primer
lugar, a los niños”.
EL “PLANETA MILAGRO” ES
FRÁGIL
“Durante largo tiempo
se creyó que los recursos de la Tierra eran inagotables. El hombre veía la
naturaleza como “el teatro impasible” (según palabras de Vigny) y,
tal como quería Descartes, se hizo el propósito de convertirse en el “señor y propietario de ella”. La
civilización urbana progresa gracias a la deforestación. Sólo unos pocos
poetas, como Ronsard, expresan algunos temores: “Escucha leñador, detén un poco ese brazo”. En L’ oncle Robinson (El tío Robinson), una novela inédicta de Julio
Verne, primera versión de lo que fue luego La
isla misteriosa, esta concepción de la naturaleza se expresa en forma
ingenua: los árboles, las plantas, los animales de la isla sólo pueden verse en
función de las necesidades de los náufragos, como un amplio depósito y alacena
que estuviera a su disposición.
El crecimiento
demográfico, las revoluciones industriales, la explotación irresponsable de los
recursos naturales, el abandono del campo y la urbanización descontrolada han
tenido, en pocas décadas, efectos desastrosos y alarmantes: un exceso de
carbono en la atmósfera que provoca el “efecto invernadero” en grandes
ciudades, como por ejemplo México, Milán o Atenas, lluvias ácidas,
contaminación de las napas freáticas mediante desechos industriales o a través
de los nitratos de los fertilizantes agrícolas, cada vez más agujeros en la
capa de ozono que nos protege de los rayos solares ultravioleta, debido a los
gases que liberan nuestros refrigeradores y nuestros aerosoles, deforestación
salvaje de la Amazonia, que acarrea la desaparición de especies completas de
animales y de vegetales, esenciales para el equilibrio ecológico,
multiplicación de descargas clandestinas y depósitos irresponsables de desechos
peligrosos. Son amenazas tan serias como la de las centrales atómicas que
funcionan mal o de las armas nucleares, que , obviamente, no son amenazas que
puedan minimizarse”.
CONTAMINACIÓN Y
RESPONSABILIDAD
“¿Por qué no pedirle al
Brasil, por ejemplo, que no siga deforestando el Amazonas, que es el pulmón del
planeta?, se me dirá.
Los países
industrializados, en lugar de darles lecciones de ecología a sus ex colonias
–países pobres y hambreados por los intereses de la deuda, harían bien en
recordar que el 4% de la población mundial (los Estados Unidos) produce el 24%
de los desechos que envenenan la atmósfera. De modo que va a ser mejor que
comencemos a barrer primero delante de nuestra propia puerta. ¿Hubo acaso
alguna novela que haya denunciado el escándalo de las redes arrastradas a la
deriva a lo largo de 40 o 100 kilómetros y que, para atrapar toninas,
exterminan cada año unos 500.000 delfines inútiles para el consumo? Sin duda,
se trata de imperativos de la pesca industrial. Pero, ¿qué pensar de esa
tradición de las islas Feroë que consiste en matar ritualmente y en determinada
fecha del año los delfines, al punto que los niños que se bañan en las playas
nadan en agua ensangrentada?
Los regímenes que se
pretendían comunistas o socializantes han cometido los mismos errores. Para
favorecer el monocultivo del algodón los soviéticos secaron el mar de Aral. Por
haber descuidado las medidas de protección de los trabajadores, que se
consideraron demasiado costosas, las ciudades de la ex Alemania Oriental
envenenaron a sus habitantes con vapores de azufre y de mercurio que acarrearon
numerosas malformaciones en recién nacidos. Lenin decía: “El comunismo es el socialismo más la electricidad”. A la hora de
hacer balance, podemos agregar: “El
fracaso comunista es la electricidad y los demás progresos técnicos más la
incompetencia y la corrupción en una parodia de socialismo”.
No se trata de una
cuestión política en la que haya que tomar partido por la derecha o por la
izquierda, “por la jungla o por el
zoológico”, como dice Jean Ferrat en una hermosa canción donde expresa su
desazón. Pero la cuestión se torna política en cuanto suscita los movimientos
de defensa, las movilizaciones de masas que se oponen al lobby de los
contaminadores y los masacradores”.
DEFENSA DE LA
NATURALEZA Y LITERATURA INFANTIL
Hay filósofos estudiosos que vienen denunciando estos
peligros desde hace treinta años o más (1995, edición del libro), entre ellos
René Dumont, Jean- Marie Pelt, el Comandante Cousteau o Haroun Tazieff. Sus
libros y sus documentales no se dirigen especialmente a la infancia o a la
adolescencia, pero son tan claros y convincentes que conquistan fácilmente ese
público, con lo que volvemos a corroborar, una vez más, que los mejores
divulgadores son los propios especialistas.
Todas las grandes
editoriales tienen colecciones que buscan satisfacer el deseo de saber de los jóvenes
lectores y divulgan los últimos conocimientos acerca de animales, plantas, la
historia de nuestro planeta. Una de las más notables es la llamada Découvertes
(Descubrimientos) de Gallimard, que asocia con mucha destreza información
científica con buena fotografía, esquemas, testimonios, y leyendas e historias
que provee la sociología y la antropología. Pero nada acerca de los peligros
que corre hoy nuestro planeta.
No se trata de anunciar
el Apocalipsis. Lo peor no es siempre lo más seguro. Pero es más que probable
que suceda si lo miramos venir sin reaccionar, si no informamos
convenientemente a nuestros hijos y si no los preparamos para seguir adelante
con la lucha, en la que esperemos que sean más eficaces de lo que nosotros
mismos hemos sido. La lucha contra la contaminación es una forma de empleo
rentable y creativa, tanto ejercida en forma personal o a través del reciclado
industrial, algo que, en épocas de desocupación, merece atención. Michel
Tournier, en su novela Los meteoros había
planteado ya la pregunta en la década del 70: “Se dejará el hombre occidental
sepultar debajo de sus propios desechos en tanto los pueblos del sur carecen de
todo?
Esperamos, aguardamos
que aparezcan nuevos Julios Verne que sean capaces de sensibilizar a los más jóvenes
frente a estos nuevos peligros, en ficciones llenas de optimismo. A nosotros lo
que nos corresponde es legarles un hábitat limpio y un aire respirable.
BIBLIOGRAFÍA
Tournier, Michel, Les météores, París, N.R.F., 1974 (Los meteoros, Barcelona, Plaza y Janés,
1978; Madrid, Alfaguara, 1986).
Colección Je protege la nature, París, Larousse,
1992-1994, obra de origen británico adaptada con inteligencia a la realidad
francesa.
Colección del
Comandante Cousteau, de editorial Hachette.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
Braivlosky, Antonio
Elivio, S.OS. Naturaleza, Buenos
Aires, Sigmar, 1994.
Cabal, Graciela
Beatriz, Amigos de los bichos y de las
plantas, Buenos Aires, Libros del Quirquincho, 1989.
Ferro, Beatria, Chiquitazos, chiquitotes, pequeñitos,
grandulotes, Buenos Aires, Estrada, 1974.
Greenpeace, A mi madre la mar, Madrid, Debate, 1991.
Machado, Ana María, Ome, bicho, planta: o mundo me encanta; Un montón de unicornios, Madrid, S.M.
Pellerano, Miguel y
Penchansky, Pompi, Basura;
Energía;Alimentación, Buenos Aires, Libros del quirquincho, 1991.
Lo expresado fue
extraído del texto “La Literatura para
Niños y Jóvenes. Guía de Exploración de sus Grandes Temas” de Marc
Soriano. Ediciones Colihue. Buenos Aires, 1995.
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