sábado, 11 de agosto de 2012

EMPEZAR...


EMPEZAR...






La más pequeña soy yo.

Asi me conocen un poquito.

Considero que es interesante acercarse de alguna manera a quién escribe, ir de a poco aprendiendo a conocerlo para poder comprender sus escritos,su elecciones de temas entre otras cosas.

Esto lo aprendi trabajando con Tuli, quien conocí hace poco más de un año. En enero le hice un envío por correo acompañado de estas palabras:

"TULI, SON ESCRITOS QUE VOY HACIENDO A MEDIDA QUE LEO Y RELEO  TU LIBRO De la cabeza a los pies. El cuerpo como eje integrador de contenidos. Aporte a la educación inicial.

COPIO PARTES QUE SON SIGNIFICATIVAS PARA MÍ, SUBRAYO O MARCO APRECIANDO LA BELLEZA DE DISFRUTAR EL TRABAJO CON NIÑOS. TU LIBRO ME DESPERTÓ INQUIETUDES HACIENDO SURGIR RECUERDOS DE MI INFANCIA, QUE TRATO DE ESCRIBIR TOMANDO COMO GUÍA TUS PALABRAS".


En uno de los capítulos Tuli hace referencia al RECONCIMIENTO DE LA CARA. Entonces los invito a pensar mientras les cuento mis vivencias.

*¿A quién no le sacaron y le pusieron la nariz alguna vez?

Por supuesto con el juego de los dedos. ¡Cómo me reía! ¿Cuánto lo disfrutaba! Una y otra vez, sin cansarme. Así también ocurrió con mis hijos. ¡Qué tiempos maravillosos!

*Cuando era chica, hubo un tiempo que sacaba la lengua burlonamente a mi hermana y me reía y otras veces hacía globitos de saliva, siempre en casa, no en otros lugares. Mis padres se enojaban y comenzaban sus palabras que de suaves , iban aumentando su tono, hasta que un día mi hermana me dijo: -Ita (mi sobrenombre de niña) ¡Qué lengua tan larga tenés!, ya no la podés guardar más, y como lo repetía en diferentes situaciones con comentarios distintos, me impactó tanto que me desesperé y jamás volví  a hacerlo.


*Mi boca también fue dolor, porque desde los 4 años fui al dentista, generalmente me llevaba y acompañaba mi papá.

*Mis orejas las nombro por los tirones de los cumpleaños y los oídos porque en la adolescencia sufría mucho de forúnculos internos, que sólo después de lavajes que hacía el otorrinolarigólogo más las vacunas que me recetaba -eran 6 cada 6 meses -, más antibióticos porque me daban fiebre. ¡Pensar que ya en esa época me acompañaba mi compañero de ruta!, otras mi madre o bien iba sola.

*Mi ancha frente fue un tema, por eso el uso del flequillo. Durante la primaria, en la escuela, nos hacían usar bincha,  ningún cabello debía estar en la frente y si a su vez te lo recogías mejor. La bincha azul y la cinta del mismo color. Después se volvieron un poquito más permisivos y aparecieron las  hebillas de carey. Ah! Me olvidaba de las famosas peinetas, todas eran iguales, y un poco antes en el tiempo íbamos con boina gris como parte del uniforme. Nunca se preguntaban los por qué en lo que ya estaba dispuesto.


*Y en lo que atañe a piel y pecas, las pecas eran ciertamente discriminatorias, al igual que el tono de la piel. No lo tomaba de esa manera, ni mis padres, ni yo. Mi familia  sostenía que todos más allá de las diferencias somos hermosos por lo que somos, y por eso merecedores de respeto. 

*Mi abuelo paterno, José Vicente, “Chela” lo llamaban, No Pepe como a todos  los José.
Con él buscábamos por la noche después de comer las hojitas de té en el patio, el OLFATO PRESENTE, a veces menta, otras hojas de “burro”, manzanilla, y otros que no recuerdo.
El té que tomábamos era fantástico. En cierta manera era una especie de ritual. Después me sentaba un ratito en el patio, generalmente
upa de mi abuelo a mirar las estrellas (OJOS), a buscar la más brillante, a buscar formas y cerca de fin de año a encontrar el carrito del niño Jesús, las tres María… y así… la brisa, el suave movimiento de las hojas de los paraísos, a veces el perfume de sus flores, el tren a lo lejos, los grillos, y si la chicharra se escuchaba, anunciaba lluvia, como si las hojas de los paraísos estaban muy caídas necesitaban que llueva.

*Más sonidos: mosquitos, moscas, abejorros, catangas, langostas o grillos??

*LA VOZ… participaba en el coro de la escuela, por supuesto que era para las misas o ciertas festividades, como representar el Pesebre Viviente y cantar en distintos lugares de la ciudad.

*Y cómo no sentir la cara recién afeitada de papá, tan suave, tan perfumada!! Ah papá, Ah papá le decía… lo veía tan alto, ese Ah papá con la cabecita estirada era para que se agache y así poder poner mejilla con mejilla.
De piel fina, pasó a curtida, de curtida a plegada y de plegada a arrugada. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? Seguramente más cambios hubo en la de mis abuelos y  madre que en comparación vivieron físicamente 20 años más que mi padre.

Físicamente, porque siempre los tengo conmigo y muy cerca, sólo que no los puedo ver, pero sí sentir, algunas más, otras menos y a veces no puedo.

En otra parte del libro de Tuli donde dice:

EL OLFATO: OLORES Y AROMAS
…“El ambiente tiene olores y aromas que se funden con los olores de las personas y del medio físico. Activar  la percepción, apropiarse de la energía del aire permite sensibilizar esa vía y descubrir el entorno, diferenciándolo y recordándolo. Este ejercicio incluye al ser humano en forma personal dentro del ecosistema”.

Esta selección del libro despertó mi memoria nuevamente:

*El aroma a la panadería de mi infancia donde Mariano, el panadero me regalaba una carasucia blanca o negra. Um! Qué rica! Ya tengo saliva en la boca. El olor a pan caliente.
*El olor tan característico del taller mecánico, ya que acompañaba a mi papá casi siempre a donde iba.
*El olor a zapatos recién lustrados, al perfume Atkinsons de caja a rayas amarillas y blancas, a Colonia 555, a pan de jabón blanco, al agua de los pomos antiguos de carnaval, a pañal, a lápices de colores, a pasto recién cortado… a mis primeros pefumes de señorita...
A mi abuela paterna y a mí siempre nos encantaron los perfumes, para mí los perfumes son algo maravilloso que me alivian al respirar… y así podría continuar enumerando.

Sigue otro escrito de Tuli:

… “Nombrarlos, referirse expresamente a ellos, es la manera de ir identificándolos. Los niños pequeños escuchan con frecuencia las expresiones d los adultos sobre los aromas y los olores corporales. No se trata de la valoración sujetiva de cada uno, de los olores o aromas, sino de estimular intencionalmente la percepción y captación –en el medio ambiente- de los olores de los objetos, de los aromas de las ropas o productos que usamos, de las fragancias de las plantas y otros”.

Les cuento nuevamente que cuando estaba de novia con Gustavo y me daba su saco porque refrescaba Uy!! Tenía su perfume, una maravillosa mezcla. En aquel entonces le gustaba Viceroy que vendían las Tiendas Ivon, pero más que el Viceroy en sí, para mí era la combinación del Viceroy, su piel, su ropa…

A PRINCIPIOS DE LAS VACACIONES LEÍ EL LIBRO “El Perfume. Historia de un asesino”, escrito por Patrick Süskind, editorial Seix Barral. El siguiente es un breve comentario que figura en el libro y que me agradó:

“Quizá los olores evoquen el privilegio de la invisibilidad. Antes del tacto, sucede el olor, como mensajero de una esencia que sabe desaparecer en el aire y ser agente de un gran poder.
La seducción que despliega el olor es implacable: se instala en nosotros y sella su poderío en los tejidos de la memoria”.


        MEMORIA



En esta ronda está mi hermana que ustedes vieron vestida de conejo. Yo todavía no había nacido.





Estoy en el festejo del  cumpleaños en la foto. Sólo hacía unos pocos años que había conocido el placer por la lectura y el  fantástico mundo de  los CUENTOS.

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