miércoles, 27 de marzo de 2013

Los animales en la Litertura Infantil.




LOS ANIMALES EN  LA LITERATURA INFANTIL







"Los animales ocupan un significativo lugar en la literatura infantil con un amplio repertorio oral y escrito

Desde lejanos tiempos, integran el totemismo y la zoolatría. En mitos, leyendas y cuentos aparecen enfrentados a los protagonistas y, cuando resultan vencidos sirven a sus dominadores (ej.: San Jorge y el dragón), o colaboran en sus luchas. En ambos casos, un claro ejemplo lo constituyen los BESTIARIOS medievales. 

Los hay naturales y fabulosos y se les atribuyen diversos símbolos. A veces tienen el poder de la palabra. Protagonistas y sentenciosos los presentan ESOPO, FEDRO, LA FONTAINE, KRILOV en las fábulas

Autores como KIPLING, JACK LONDON, CARROL, LAGERLOFF, SALTEN, AYMÉE plantean la sinceridad de las relaciones con los animales que no siempre se da entre los humanos.

Suelen ser un pretexto para una crítica más o menos conciente de nuestra civilización, tal el caso de ANDERSEN en El ruiseñor y la rosa. DISNEY  a través del dibujo animado, difundido por el cine y la televisión, ha enriquecido el bestiario de la literatura infantil".




"Los BESTIARIOS son libros medievales que tratan de animales reales o fabulosos, representativos en general, por sus rasgos más salientes, del bien, del mal. Tienen su origen en el simbolismo oriental y de allí pasaron a la literatura de occidente y a la escultura románica y gótica medieval. El bestiario más importante es el Physiologus, base de los posteriores bestiarios. El folklore literario ha tomado de los bestiarios aspectos que, posteriormente, han pasado a la literatura infantil".




Por lejos que uno se remonte en el tiempo, el repertorio popular siempre bulle de animales que hablan. A medio camino entre los dioses y los hombres, los animales suelen saber mucho más que nosotros acerca del universo.




El BESTIARIO se trata de un género considerado, ya desde la antigüedad,como particularmente apto, y luego, a partir de la época clásica, como especialmente adecuado para el público infantil. Fedro y Esopo se convirtieron en referentes clásicos de la educación y La Fontaine se les unió muy pronto.




El desarrollo de la biología y de las ciencias experimentales acarrearon nuevos puntos de vista en el terreno de lo animalístico.

Comenzaron a aparecer naturalistas que, de manera directa  o a través de narradores interpuestos, ofrecían a los niños animales menos humanizados, más próximos a la realidad animal tal como se les presenta a un observador.

Hetzel estimula e inaugura esta moda: publica en su Magazin d' education (Almacén educativo) textos de divulgación, más o menos novelados, como por ejemplo La Gileppe o los infortunios de un pueblo de insectos.

Las memorias del entomólogo H. Fabre, las síntesis apasionadas de Maurice Maeterlinck (La vida de las abejas, La vida de las hormigas, La vida de las termitas) atrajeron de inmediato a un amplio público juvenil.




Paralelamente a esta orientación realista, se desarrolla para la misma época una corriente específica, de inspiración romántica a veces confusa. Opone con fuerza la inautenticidad de las relaciones humanas a la sinceridad de los vínculos animales, los ritmos de la naturaleza y las cadencias insensatas que impone la revolución industrial.

Por un lado, el instinto; por el otro, la inteligencia. Sin duda se trata de una tensión ancestral, pero Rudyard Kipling lo expone con gran emoción comunicativa en el primero y segundo Libro de la selva. 

Mowgli, el "hombrecito", criado por las fieras, será el protagonista de ese desgarramiento que es, de hecho, el que sufre todo niño: por un lado el llamado profundo y poderoso de las pulsiones animales y, por otro, las exigencias, no menos insistentes, de la socialización, que nos invita a convertirnos en seres humanos.

Siguiendo a Mowgli, Edgar Rice Burrough crea el personaje de Tarzán, robusto, salvaje y puro (Tarzán de los monos), que luego popularizaron el cine y la historieta.




En la misma línea de su declarado y reconocido maestro Rudyard Kipling, Horacio Quiroga desarrolla una literatura infantil sumamente personal, dirigida no a un niño hipotético sino fundamentalmente a sus propios hijos, en la que se recupera la vida de la selva misionera, donde es necesario convivir con el peligro y donde la vida animal se muestra en toda su fuerza elemental. 

Los cuentos de la selva (1918), Anaconda (1921) y los admirables relatos de la vida en la selva y de las costumbres de los animales que hace el cazador Dum Dum en una serie de conmovedoras cartas a sus hijos, publicadas entre 1922 y 1924 en Mundo Argentino y en Billiken incorporan al universo imaginario infantil, nutrido en esas épocas fundamentalmente por fantasías acolchadas y excesivamente frágiles, la dura, deslumbrante y a veces horrorosa realidad de lo salvaje.




También habría que recordar los bellos relatos realistas de Guillermo Enrique Hudson (Aventuras entre los pájaros, Un naturalista en el Plata, El libro del naturalista), las Biografías animales de Luis Franco y los ajustados relatos de Jorge W. Ábalos: Cuentos con y sin víboras (1942), Shunko (1949), Animales, leyendas y coplas (1953), Terciopelo, la cazadora negra y Andanzas de Jabutí, la tortuguita.



En Brasil es Monteiro Lobato es el creador de la literatura brasilera para niños quien, construye un atractivo y perdurable mundo de animales de fuerte personalidad.


Sin embargo, los animales de la fábula, los "humanizados", no cayeron en el olvido. Es más: en este último siglo la literatura de la primera infancia ha comenzado a semejarse a una especie de Arca de Noé, que crece incesantemente, y en la que se han ido amontonando los animales más insólitos:  los conejos y los gatos inquietantes que aportó Lewis Carroll, el burro rencoroso pero perfectible de la condesa de Ségur, los gansos salvajes pero prudentes de Selma Lagerlöff, los animales maliciosos de la granja de Benjamin Rabier o Probst, el tierno Bambi de Félix Salten, el elefante susceptible y vergonzoso de Jean Laurent
de Brunhoff, los lobos y los patos coléricos, sutiles o reflexivos de Serge Prokófiev, Marcel Aymé o Walt Disney.

Las historietas, la televisión y el cine no cesan de enriquecer el bestiario. Después del Milou que acompaña al Tintín de Hergé, el Bim de Lamorisse o el Nounours de Laydu llega la era y la moda de los dinosaurios. ¿Cómo se explica su éxito? Tal vez por la necesidad que tienen los chicos de experimentar el miedo y de que , a la vez, los tranquilicen y les den confianza. Saben que esos animales gigantes han existido y luego han desaparecido, con lo cual pueden utilizarlos ventajosamente en reemplazo de los ogros de otros tiempos.



LOS NIÑOS Y LOS ANIMALES DE HOY

Sin restar validez a todos los análisis precedentes, debemos tener en cuenta algunas realidades nuevas. La búsqueda del rédito inmediato, la polución y la deforestación ya han hecho desaparecer a muchas especies animales y vegetales de nuestro planeta, y hay muchas otras amenazadas (como las ballenas, los delfines, las focas o los osos). Es necesario enseñarles a los niños, con la ayuda de las películas o libros como los del Comandante Cousteau, que hay un equilibrio en la naturaleza y que, si modificamos las condiciones de vida en nuestro planeta al punto de amenzar de muerte a tantas especies, en realidad no estamos sino amenazando también la nuestra.


Textos extraídos de:

-Soriano Marc: La Literatura para Niños y Jóvenes. Guía de Exploración de sus Grandes Temas. Ediciones Colihue. Buenos Aires, 1995.

-Pardo Belgrano, Ruth María - Galellelli - Elsa plácida Vulovic. Diccionario de Literatura Infantil y Juvenil. Estudio preliminar de Sylvia Puentes de Oyenard. VINCIGUERRA páginas universales. Buenos Aires, 2009.



No hay comentarios:

Publicar un comentario