Mi Barquito de Papel (I)
va a recordarme todos aquellos que
hacíamos con papá.
Los días de lluvia eran los favoritos,
ya que cerca del cordón de la vereda de mi casa
corría bastante fuerte el agua, agua que como un remolino
era tragada por la boca de tormento que estaba en la esquina de la cuadra, hacia la derecha de casa.
¡Qué emoción! Al lado de papá,
en el cordón de la vereda -que era alto-,
allí estábamos juntos
colocando nuestros barquitos -uno a uno-
con cuidado en el agua.
Sí, primero uno y luego, después de seguir con la vista el recorrido del que ya estaba navegando, poníamos el otro. Uy! que desilusión si se tumbaba,
nos mirábamos y con una sonrisa compartida rapidito poníamos otro.
Cada barquito navegaba altivo sin saber que
un monstruo de enorme boca
se lo tragaría o bien
la corriente lo lanzaría dando vueltas
sin rumbo y medio destrozado
hacia otro lado.
Sol y Luna,
Luna y Sol,
navegaban por el agua
que corría cercana al cordón.
¡Gracias Papá!
Tu hija Elena.
Tu hija Elena.
Esos recuerdos son maravillosos y si los cuentas pasaran de generación en generación y al escucharlos sentirán la misma emoción que he sentido yo hoy al leerte. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Ana! Me alegra leer tus palabras y saber así, que puedo compartir mi emoción
ResponderEliminarpara que siga vivindo a través de otros. Elena.